Los mendocinos rinden culto, año tras año, al producto estrella que crece en suelo cuyano. Con la fiesta de la Vendimia, bendicen su existencia y se preparan con ímpetu para encarar un nuevo ciclo de la vid.
“El vino es la primera industria nacional”, dice Felipe Pigna. Y la provincia de Mendoza, principal exportadora de esta bebida tan afecta a nuestra cultura e identidad, la celebra desde tiempos inmemoriales. El trabajo que se hace desde la viña hasta el descorche se plasma en esa especie de ritual colectivo desde 1936 y hasta nuestros días para homenajear la tarea que hombres y mujeres realizan para transformar la uva en vino, tanto en los campos como en las bodegas.
La fiesta de la Vendimia es celebración y gratitud a una actividad que es parte fundamental de la economía regional cuyana y que se ha consolidado como una de las fiestas más importantes turística y culturalmente de nuestro país. Desde sus orígenes, ha sido una fuente de empleo para muchos artistas, técnicos y comerciantes zonales, constituyéndose como una vidriera para que el mundo entero conozca esta actividad tan característica de la Argentina.
¿Por qué se festeja en el mes de marzo?
Este mes marca el comienzo de las cosechas, cuando el calor se aplaca y las uvas están a punto para su recolección. La fiesta de la vendimia tiene su origen en ritos ancestrales relacionados con ese momento de cosecha. Se trataba de una fiesta relacionada con la embriaguez y la alegría que, según la mitología egipcia, implicaba rendir culto al rey-dios Osiris quién, se cree, enseñó a la humanidad sobre el cultivo de la vid y la vinificación. El nacimiento de estos festejos tienen, además, un fuerte componente religioso, que se traduce en el agradecimiento a la Virgen de la Carrodilla por la protección de los viñedos y en la ceremonia de bendición de los frutos, que da inicio a los festejos formales que duran una semana.
¿Qué actividades la componen?
Durante esos días, hay diferentes eventos. Los más populares son los desfiles de carrozas que recorren las avenidas de la ciudad durante la noche y la mañana previa al acto central.
También hay shows musicales a cielo abierto que incluyen números de danzas folclóricas con vestuarios imponentes y juegos de luces bajo el cielo estrellado mendocino.
Las bodegas abren sus puertas con visitas guiadas, catas y la posibilidad de degustar comidas típicas. También se puede asistir a ferias con puestos que ofrecen productos zonales, y concurrir a restaurantes que ofrecen menús especiales donde el vino es protagonista.
La provincia festeja el vino, el esfuerzo y sacrificio que hacen miles de trabajadores para que ese fruto, que da identidad a la región, llegue a las mesas de todos los argentinos y también a distintos rincones del mundo. Una tradición casi centenaria que renueva, cada año, la devoción hacia una actividad que es la columna vertebral de la provincia.