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Se trata ni más ni menos que de una de las cepas más destacadas en la elaboración del Champagne.  Originaria de la región francesa de Borgoña, la uva a través del cuál se obtiene este preciado vino blanco es la más consumida en el mundo. 

El vocablo Chardonnay es la adaptación francesa de la palabra hebrea Sha’har – adonay que significa Puerta de Dios. Por su versatilidad, producto de que es capaz de adaptarse a casi todas las geografías y climas, se trata de la uva blanca más cultivada en el planeta y por ende, de la más vendida. 

El cepaje de la uva blanca Chardonnay está caracterizado por su alta capacidad para reflejar el terroir en el que crece. Pero lo más destacable es que, en el vasto mundo de los vinos blancos, el fruto tiene una maduración más rápida que el resto de las uvas dando como resultado vinos blancos secos. Al tratarse del varietal a través del cuál se obtiene el champagne, el Chardonnay posee, además, un valor simbólico muy alto: se trata de una bebida que resulta muy familiar para la mayoría de los consumidores del espumante más famoso en el mundo.  

“El fruto tiene una maduración más rápida que el resto de las uvas dando como resultado vinos blancos secos”.

“No todos los vinos blancos maduran en barricas y una de las características principales del Chardonnay es que sí lo hace”

Bernardo Bossi Bonilla, enólogo Alba en los Andes.

Además, al tratarse de la uva blanca que mejor evoluciona con el tiempo “es el vino blanco con mejor capacidad de guarda, una aptitud que pocos vinos blancos tienen”, agrega Bossi Bonilla.

El cultivo de la uva Chardonnay en nuestro país está concentrado en la provincia de Mendoza. Influenciada por la altura y el frío presentes en el Valle de Uco  -ubicado a 1.000 metros sobre el nivel del mar-. Es un terruño ideal para que la planta brote, se desarrolle, florezca, de frutos, madure, agoste y haga su ciclo en perfectas condiciones. 

Los maridajes de menos es más 

El Chardonnay marida muy bien con ensaladas, pastas con salsas a base de crema o aceite de oliva y con pescados blancos.

“El Chardonnay es un vino con notas cítricas de lima y alguna nota de durazno blanco que  en boca aportan una acidez reinante fresca”, cuenta Bonilla. Con sus colores amarillos verdosos, en términos de potencia, este es un vino de potencia media que marida muy bien con ensaladas y con pastas con salsas de crema o aceite de oliva. También con pescados blancos, no por su color sino por la sutileza que aportan. Y esto es porque “para maridar con este varietal, lo sencillo se sobrepone”. Con los alimentos dulces, para contrarrestar la acidez, una buena opción es un postre de tipo lemon pie y, por el contrario, no se lleva del todo bien con preparaciones dulces donde predomina el chocolate. 

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