Tanto si estás sumergido de lleno en el mundo del vino o si recién estás iniciando, seguramente escuchaste alguna vez hablar de los taninos durante una degustación o al momento de referirse a las características de esta bebida. El hecho de que sea un concepto que se utilice con frecuencia se debe a que tiene un rol fundamental en la configuración del sabor, del color y del aroma del vino.
Los taninos son unos componentes naturales muy específicos, pertenecientes al reino
de los vegetales, y que se encuentran presentes en las partes más sólidas de la uva,
como puede ser su piel o las semillas. Estos componentes pasan al vino a través del
contacto con el mosto durante la fase de maceración. Por el propio método de
elaboración y el tiempo de exposición, es mucho más frecuente encontrarlos en mayor
concentración en los vinos tintos y rosados que en los blancos.
Sin embargo, no solo la uva es la responsable de su presencia en la bebida, ya que también pueden encontrarse en la madera de las barricas, los cuales adquieren un papel muy importante en lo que se refiere a los aromas y matices de la bebida. El roble, durante el tiempo de añejamiento de los vinos dentro de las barricas, también contribuye en el aumento de la concentración de estas sustancias. Por eso se pueden encontrar vinos blancos con mayor presencia de este componente vegetal, debido a su crianza en barricas de madera.
“La presencia de taninos en los vinos otorga, en gran medida, la sensación de estructura, de carácter, lo que comúnmente definimos como “el cuerpo del vino””
Bernardo Bossi Bonilla, enólogo Alba en los Andes.
Al momento de beber una copa, los taninos son uno de los elementos más fáciles de detectar ya que influyen directamente en el sabor, dando al paladar una sensación amarga, áspera y secando completamente la boca. Cuanto mayor es la cantidad de taninos, mayor es su nivel de amargor y sequedad. Es por esto que su maduración y suavización son de los procesos más importantes en la evolución de un vino, porque de ello depende en gran parte su equilibrio y calidad final.
Además, su presencia también ayuda a prevenir la oxidación, por lo que juegan un papel fundamental en el proceso de envejecimiento del vino. “Los taninos, en conjunto con el nivel alcohólico y la acidez, con su función de anti oxidante, suman aptitud al vino para soportar el paso del tiempo. Podemos entender que el alcohol, la acidez y los taninos son las armas naturales con que cuenta el vino para poder ser considerados de guarda”, explica Bernardo. “Cuanto mayor es la concentración de estos, observaremos una mejor evolución con respecto al paso del tiempo”.
Hay variedades donde la presencia de taninos es mayor como en el Tempranillo o Cabernet Sauvignon y, por el contrario, existen tipos con menor presencia como sucede con el Pinot noir o Primitivo.
Después de leer este artículo y conocer más sobre este compuesto natural del vino, y por qué tiene un rol tan importante, ya no volverás a beber un Alba en los Andes de la misma manera. Ahora, cada vez que sientas cierto amargor y sequedad en el paladar, sabrás que los taninos son los grandes responsables detrás de eso.