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El mundo del vino está lleno de mitos que muchas veces nos condicionan a la hora de percibir y disfrutar de nuestra bebida nacional. Es fundamental desmitificar algunas de estas ideas para comprender verdaderamente la diversidad y apreciar la fascinante sencillez detrás de la complejidad de esta maravillosa bebida. En esta nota, desentrañamos diez de los mitos más comunes del mundo del vino.

10. Cuanto más viejo, mejor

¨Cuanto más añejo, más sabroso”. Esta es una de las creencias más difundidas. En verdad, existen tanto vinos jóvenes como vinos de reserva o guarda.

Si bien hay vinos que se producen con el fin de que mejoren con la estiba, hay otros concebidos para tomarse en su juventud; para así disfrutar de la fruta, su fluidez y su frescura. La estancia en botella es beneficiosa para algunos vinos, pero para otros, el hecho de pasar tiempo de más embotellados puede ser muy perjudicial.

9. Los tintos para carnes y los blancos para pescados

Hay vinos blancos que maridan muy bien con carnes como pollo y achuras, por ejemplo el Chardonnay con paso por madera.

Por otro lado, los Pinot Noir y los Merlot son tintos frescos y ligeros. Por ello, se complementan con el sabor intenso de los pescados grasos. Incluso los rosados maridan bien con algunos pescados.

Otro mito es que el vino tinto se toma a temperatura ambiente, mientras que el blanco bien frío.

Sin embargo, los vinos más jóvenes y livianos se pueden tomar fríos en los días de calor. Además, los Chardonnay sofisticados y con paso por madera no necesitan tanto frío como un Sauvignon Blanc.

7. El varietal y la zona no son los únicos factores que juegan un rol importante

Si bien son características sumamente determinantes, también se debe prestar atención a otros factores a la hora de evaluar la calidad del producto. Por ejemplo, el cuidado de la planta de vid a lo largo de las 4 estaciones, el modo de cultivo, los cuidados del enólogo, el proceso antes de que repose en barrica, el aporte de la madera, su reposo en botella, entre otros.

Es verdad que el color y el tono del vino pueden hablar de su edad y de su paso por barricas. Y aunque también es cierto que es posible percibir algunos defectos por medio del olfato, siempre es necesario catar el vino con todos los sentidos: un vino hay que saborearlo.

Hace algunos años, a los vinos de variedades blancas se le añadían sulfitos, para evitar su oxidación. Esto ocasionaba que se generen dolores de cabeza, pero hoy en día, esto ya no es así. En la actualidad, con los cuidados de los viticultores y una viticultura más sostenible, se dejó de implementar esta práctica.

4. Si la tapa es a rosca, el vino no es de la mejor calidad

Una tapa a rosca en vez de un corcho no implica necesariamente una baja calidad. De hecho, esta opción es ideal para vinos ligeros y jóvenes que resaltan por su frescura frutal. La tapa a rosca permite preservar la frescura y las características del vino al evitar el intercambio de oxígeno con el exterior. Además, ofrece la conveniencia de un cierre hermético para guardar el vino sobrante en la heladera.

3. Los vinos blancos no tienen taninos

Aunque en menor medida que los tintos, los vinos blancos también pueden contener taninos. Este componente puede provenir del contacto breve que tienen durante su elaboración con la piel de la uva, así como de la crianza en barricas de roble.

2. Los vinos blancos no son aptos para la guarda

Contrario a la creencia popular, los vinos blancos elegantes y con paso por roble pueden mejorar con el tiempo en la botella, desarrollando taninos más sutiles y notas minerales más pronunciadas.

1. Una vez abierto, el vino debe consumirse en el día

Aunque es cierto que el vino comienza a evolucionar una vez abierto debido a la entrada de oxígeno, un vino de calidad puede conservarse en buenas condiciones durante varios días si se tapa adecuadamente, se guarda en la heladera y se deja respirar antes de servirlo.

El vino, con su rica historia y su diversidad de sabores, texturas y aromas, sigue siendo un misterio para muchos. Desde la creencia de que cuanto más añejo, mejor, hasta la percepción del tiempo como un indicador absoluto de calidad, estos mitos han sido transmitidos de generación en generación. Al liberarnos de ellos, podemos comenzar a disfrutar del vino con una mente abierta y un paladar curioso, permitiéndonos explorar y saborear cada copa con una apreciación renovada.

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