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Las falsas creencias y mitos que hay alrededor de los métodos para enfriar el vino no nos permiten, muchas veces, disfrutar de una buena copa. Conseguir el temple adecuado es posible; muchas veces de la mano de un elemento tan polémico y a la vez necesario como el hielo.

Las falsas creencias y mitos que hay alrededor de los métodos para enfriar el vino no nos permiten, muchas veces, disfrutar de una buena copa. Conseguir el temple adecuado es posible; muchas veces de la mano de un elemento tan polémico y a la vez necesario como el  hielo. 

Agregar un cubo de hielo al vino, rebajarlo con agua, soda o mezclarlo con alguna otra bebida saborizada es, para muchos, un verdadero sacrilegio. Pero cuando se trata de tener la mejor experiencia en relación a la bebida, no todos estos hábitos están prohibidos. Y ese es el caso de la utilización del hielo para enfriar el vino en situaciones en las que la temperatura no es la adecuada porque “ante una temperatura que es la incorrecta, prefiero enfriarlo un poquito y disfrutarlo”, dice Bernardo Bossi Bonilla. Nuestro enólogo considera que no hay nada que impida agregar ese elemento porque se trata de una elección muy personal. Claro que el hielo al derretirse, va a alterar el cuerpo del vino por uno más “aguachento” y a tornar el sabor algo más suave. Por eso, el consejo de nuestro especialista es dejar el hielo dentro de la copa sólo hasta alcanzar la temperatura adecuada y retirarlo a tiempo. 

El hielo y los distintos tipos de vinos

Si bien se debe beber cada tipo de vino en su temperatura adecuada, la dependencia del vino tinto al factor frío no es tan determinante como en el caso de los vinos blancos y de los espumantes. Si llegara a estar algunos grados por arriba de lo indicado, la experiencia en boca va a ser claramente distinta pero es bastante improbable que se vuelva una experiencia sensorial y gustativa desagradable.

“Cuando una bodega recomienda tomar el vino en las condiciones y temperatura adecuadas es porque está pensando en que los consumidores reciban el máximo de la experiencia, y si bien la experiencia de tomarlo con o sin hielo es bien distinta, cuando no tiene la temperatura de disfrute adecuada, siempre sugiero agregarlo”.

Bernardo Bossi Bonilla, enólogo Alba en los Andes.
El consejo es dejar el hielo dentro de la copa sólo hasta alcanzar la temperatura deseada.

Con los vinos blancos y espumantes la situación es un poco más compleja porque ambos dependen del factor frío para que al beberlos se puedan apreciar todas sus características. Pero el inconveniente es la gran incompatibilidad que hay entre las burbujas y el hielo, ya que éste hace que el elemento gasificante comience a desvanecerse. Entonces, para no perder la principal característica de los espumantes, hay que asegurarse de que el hielo se diluya lo menos posible. Para eso, lo ideal es colocar un cubo de hielo consistente y grande dentro de la copa, hacerlo girar sólo hasta que la bebida se refresque y retirarlo. 

El hielo dentro de la copa no es la única opción

Aún cuando nuestro enólogo nos dijera que es aceptable la utilización del hielo en una copa de vino, para quiénes quisieran lograr la temperatura correcta sin este agregado, hay otras opciones que también son eficaces.  En primer lugar, la utilización de una frapera o recipiente con cubos de hielo en la que podamos colocar previamente nuestra botella de vino hasta lograr su temperatura de servicio adecuada. También es recomendable enfriar previamente la copa con agua  helada durante algunos minutos, luego descartarla y servir la bebida.

Los vinos blancos y espumantes dependen del factor frío.

Elegir cualquiera de estas alternativas es algo muy personal y no existe el universo de lo prohibido porque para poder disfrutar al máximo la experiencia de tomar un vino ¡hay que animarse a experimentar!

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